sábado, 27 de septiembre de 2014

Insólito: accidentes provocados por comidas y bebidas.



La comida puede envenenar o provocar enfermedades, pero la historia demuestra que algunas veces no es necesario ni siquiera tragarla para que sea peligrosa o incluso mortal.


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Inundación de cerveza en Londres, 1814. Cuando en la cervecería Meux se rompió una gran cuba con 610.000 litros de cerveza que a su vez provocó la rotura de varias cubas más en una reacción en cadena, se produjo un vertido de 1.470.000 litros.

La ola destruyó dos casas, derrumbó un muro y mató a nueve personas: ocho por ahogamiento y una por intoxicación etílica.


Gran inundación de melaza en Boston, 1919.


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Tras una explosión en un tanque que contenía más de 11 millones de litros de melaza, las olas de hasta 4,5 metros corrieron por las calles de la ciudad a una velocidad de casi 60 kilómetros por hora, levantando edificios de sus cimientos, volcando vehículos y matando a 21 personas.

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Incendio de whisky en Dublín, 1875. 

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Como resultado de un accidente, 1.800 barriles de whisky irlandés, alrededor de 560.000 litros, corrieron por las calles del distrito de The Liberties. El gran lago que se produjo se prendió y quemó tres manzanas de la ciudad, matando a cuatro personas que intentaron beber el whisky en llamas.


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El ‘casi hundimiento’ de un barco cerca del pueblo de Cassarate en Gales, 1972. Un incendio en un barco con 1.500 toneladas de tapioca seca por poco hundió la nave: la combinación de agua y calor cocieron la tapioca, que empezó a expandirse peligrosamente amenazando con destruir el barco.


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